En el sur de Gironda, el castillo real de Cazeneuve está siendo renovado para darle "un buen lavado de cara".


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Los 50.000 visitantes anuales quedan cautivados por estas anécdotas históricas. Construido, ampliado y restaurado entre los siglos XI y XVII , el monumento ha sido testigo de la historia entre sus muros… y no sin dificultades. «Las fachadas estaban a punto de derrumbarse; era urgente actuar. El castillo necesitaba una renovación completa», admite el propietario. Se priorizó el arco triunfal de la entrada, los muros sur y oeste del patio interior y el muro perimetral del parque arbolado. Los enormes bloques de piedra caliza, a veces cubiertos de musgo, maleza y hongos, se están desmoronando. Están desgastados, medio rotos y algunos incluso se han caído. La finca cuenta con una reserva de piedras de época de la que extrae piezas para rellenar los huecos.
Desde principios de octubre hasta mediados de diciembre, un equipo de seis trabajadores especializados, en su mayoría canteros, trabaja para devolverle al edificio su antiguo esplendor y su luminoso color ocre. «Primero limpian a fondo todas las fachadas, luego las rejuntan con mortero de cal y, finalmente, las someten a un chorro de arena a alta presión para lograr una mayor uniformidad», explica Louis de Sabran-Pontevès. El proyecto comprende la renovación de aproximadamente 800 metros cuadrados de muros.
Trabajo por valor de 65.000 eurosEn 2022 se construyó una torre adosada al edificio histórico. Desde la azotea, los visitantes disfrutan de una vista panorámica no solo del castillo (que cuenta con unas treinta habitaciones), sino también de las 40 hectáreas de parque arbolado protegido. Un ascensor permite a las personas con movilidad reducida descubrir esta joya, galardonada con dos estrellas en la Guía Verde Michelin.

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